Médanos de la Barra de Valizas
Los médanos de la Barra de Valizas, únicos en la región son fiel testimonio del paso del tiempo y del cuidado por la naturaleza, llegan a tene 30 metros de altura y permiten distinguir a lo lejos el balneario de Valizas y el faro de Cabo Polonio.
De acuerdo a estudios de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, las arenas que componen este gran sistema de médanos —único en nuestra costa— son de origen marino. Se estima que fueron depositadas durante las ingreso del mar durante el holoceno, el periodo geológico más reciente, posterior a la última glaciación, o sea los últimos diez mil años. Por su parte, la antigüedad de las dunas como tales —a juzgar por su movimiento— sería de unos tres mil a cuatro mil años.
La duda que cabe respecto a su pasado es si el lugar siempre ofreció el mismo panorama de desierto de dunas. De hecho, la presencia del monte indígena en la zona —del que aún quedan algunos pequeños relictos— era mucho mayor. Como hecho curioso que puede dar una pista sobre la extensión que pudo haber tenido esta comunidad vegetal, vale recordar la existencia de un enorme canelón (Rapanea sp.) que hasta hace veinte años se mantenía entre los médanos y que fue cortado para el tendido de los cables de corriente eléctrica. Un árbol de este tipo no crece solo, mucho menos en medio de las arenas móviles.
Otros indicios que atestiguan que en gran parte del actual sistema de médanos tenía que haber por lo menos una presencia importante de monte indígena, es la intensa actividad lítica que se constata en el lugar (fabricación de herramientas de piedra como puntas de flecha, boleadoras, etcétera). Es muy poco probable que hace cientos o miles de años los nativos fueran a tallar piedras en medio de un arenal. Es más lógico imaginar sus asentamientos al abrigo del monte.
Tal vez la tala de árboles para combustible —¿de los corambreros?— y la “Vaquería del Mar” (así se llamaba en la época colonial a los grandes rebaños de ganado salvaje que se concentraban en el sureste del país), tuvieron mucho que ver en el formidable espectáculo de gigantes dunas que llegó hasta finales del siglo XXI, pues la eliminación de la vegetación que crece sobre suelos cercanos a la costa —tanto por la explotación del monte como por el sobrepastoreo vacuno— determina que el viento movilice las arenas que estaban sujetas por las raíces y protegidas por el follaje.
De hecho, cuando comenzaron los planes de forestación, al retirar el ganado de la zona, lo primero que se producía era el crecimiento de vegetación psamófila sobre las arenas sueltas.
Posiblemente —y esto es válido para otros lugares de la costa—, se haya producido una alternancia de periodos de mayor movilidad de arenas con otros de mayor fijación y el consiguiente predominio de la vegetación.
Fuente: revistadrossier.com.uy